¿Cómo evitar el estrés térmico?

El estrés térmico es un fenómeno constructivo que afecta directamente a la durabilidad de los materiales, al confort térmico interior y a la eficiencia energética de los edificios. Se produce como resultado de las variaciones bruscas de temperatura en la envolvente del edificio, lo que genera dilataciones y contracciones que pueden provocar fisuras, deformaciones o fallos estructurales en los sistemas constructivos.
En este artículo, analizamos en profundidad qué es el estrés térmico, cuáles son sus causas y, sobre todo, cómo prevenirlo.
¿Qué es el estrés térmico?
El estrés térmico se refiere a las tensiones internas que se generan en los materiales cuando están expuestos a variaciones térmicas. Cuando un elemento constructivo se calienta o se enfría, se dilata o se contrae respectivamente. Si estas variaciones son repetitivas o extremas, y los materiales no pueden absorber o disipar estas tensiones, se generan patologías como grietas, roturas o desprendimientos.
En fachadas, el estrés térmico es especialmente crítico debido a la exposición directa a las condiciones exteriores. Cambios bruscos entre el día y la noche, la orientación solar, la falta de aislamiento y la elección de materiales inadecuados son factores que amplifican el riesgo de fallo por estrés térmico.
Causas del estrés térmico en la edificación
Existen múltiples causas que provocan estrés térmico en los edificios. Una de las más comunes es la exposición desigual de la envolvente térmica a la radiación solar. Las fachadas orientadas al sur o al oeste reciben una mayor carga térmica durante el día, mientras que otras partes permanecen más frías, generando diferencias de temperatura significativas en una misma estructura.
Otra causa importante es la falta de homogeneidad en los materiales utilizados o la ausencia de un aislamiento térmico continuo. Cuando los elementos constructivos tienen coeficientes de dilatación diferentes o cuando se interrumpen las capas aislantes (puentes térmicos), las tensiones térmicas se localizan y se agravan, provocando fisuras en el revestimiento o incluso daños estructurales.
Consecuencias del estrés térmico
Las consecuencias del estrés térmico son tanto mecánicas como energéticas. En primer lugar, las deformaciones y microfisuras debidas a las tensiones térmicas comprometen la estanqueidad de la envolvente, facilitando la entrada de agua, aire o contaminantes, lo que acelera el deterioro del edificio.
En segundo lugar, estas patologías aumentan las pérdidas térmicas, empeoran el comportamiento energético del edificio y reducen el confort térmico interior. Además, las reparaciones asociadas a los daños por estrés térmico suelen ser costosas y recurrentes si no se resuelve el problema de raíz.

Formas de evitar el estrés térmico
La mejor manera de evitar el estrés térmico es diseñar una envolvente que minimice las variaciones de temperatura y permita una disipación homogénea del calor. Esto se logra mediante el uso de materiales con buen comportamiento higrotérmico, la incorporación de soluciones constructivas que eliminen puentes térmicos y, sobre todo, mediante la instalación de un sistema de aislamiento térmico adecuado.
El aislamiento térmico por el exterior es una de las estrategias más eficaces para reducirlo, ya que protege los elementos estructurales de los cambios bruscos de temperatura y garantiza una envolvente térmicamente continua. Esto ayuda a equilibrar la temperatura en todo el cerramiento, reduciendo significativamente las tensiones internas.
Rhonatherm como solución para evitar el estrés térmico
El sistema Rhonatherm, desarrollado por Isaval, es una solución integral de aislamiento térmico por el exterior (SATE) que actúa directamente sobre los factores que provocan el estrés térmico. Al envolver el edificio con una capa aislante continua, Rhonatherm elimina los puentes térmicos, estabiliza la temperatura superficial de la fachada y reduce las tensiones térmicas en revestimientos y soportes.
Además, Rhonatherm cuenta con diferentes tipos de materiales aislantes como EPS, XPS, EPS grafito o lana mineral, adaptándose a las necesidades térmicas y mecánicas de cada proyecto. Su aplicación no solo mejora el comportamiento energético del edificio, sino que aumenta la durabilidad de los acabados y reduce las intervenciones de mantenimiento a largo plazo.

Consideraciones en el diseño y ejecución del sistema
Para que un sistema SATE como Rhonatherm funcione eficazmente contra el estrés térmico, es fundamental un diseño técnico adecuado y una correcta ejecución en obra. Es imprescindible asegurar la continuidad del aislamiento, especialmente en encuentros singulares como huecos, forjados y esquinas, que suelen ser focos habituales de tensiones.
Asimismo, deben emplearse morteros de base y acabados con buena elasticidad y resistencia a la intemperie. Rhonatherm incorpora soluciones de revestimiento compatibles con esta exigencia, permitiendo un comportamiento más flexible ante las dilataciones térmicas del sistema.
Otras ventajas del aislamiento frente al estrés térmico
Además de proteger frente al estrés térmico, un aislamiento térmico por el exterior como Rhonatherm mejora el confort interior al eliminar las variaciones de temperatura, tanto en verano como en invierno. Esto contribuye al bienestar de los ocupantes y a la eficiencia energética global del edificio.
Por otra parte, este tipo de sistemas mejora la inercia térmica de la envolvente, lo que suaviza los picos térmicos y disminuye la necesidad de climatización mecánica. En definitiva, no solo se evita el daño constructivo, sino que se optimiza el comportamiento energético.

Conclusión
El estrés térmico es un fenómeno constructivo frecuente que, si no se trata adecuadamente, puede comprometer la durabilidad, el confort y la eficiencia de un edificio. La mejor estrategia para evitarlo es diseñar una envolvente térmica continua y eficaz, capaz de disipar las tensiones derivadas de los cambios de temperatura.
En este sentido, el sistema Rhonatherm representa una solución técnica avanzada para prevenir el estrés térmico, garantizando estabilidad dimensional, resistencia mecánica y mejora energética. Su correcta aplicación en obra, junto con una planificación técnica adecuada, es clave para asegurar la durabilidad de la fachada y el rendimiento térmico del edificio.
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